A veces, la vida no susurra.
A veces, te grita que pares. Que regreses. Que estés.
A mí, esa llamada llegó en forma de diagnóstico: linfoma en mi amada perrita, Cookie.
Y ahí empezó otra clase de vida.
1. El trabajo puede esperar. El amor, no.
Reordené prioridades.
Dejé atrás roles, estructuras, calendarios.
Me quedé en casa con ella.
Aprendí que el tiempo que damos con intención es el único que realmente vale.
2. Lo invisible es lo esencial
Cookie no hablaba, pero su mirada decía todo.
Me enseñó a ver lo sutil, lo que no se dice, pero se siente.
Hoy aplico eso en cómo escucho a mis clientes, a mi equipo… a la vida.
3. Estar no siempre es fácil, pero siempre es necesario
Hubo dolor, cansancio, incertidumbre. Pero estar ahí fue mi forma más pura de amar.
Y también, la más transformadora.
Me recordó que lo más valioso que tenemos para dar, es nuestro tiempo.
¿Cuánto vale el tuyo?
4. El duelo también puede ser motor
Su partida me dejó roto… y renovado.
Desde ese dolor profundo, nació una claridad serena:
quiero emprender desde lo real, desde lo humano, desde el amor.
Cuando la vida te exige estar, hazlo.
No huyas.
No postergues.
No te distraigas.
Estar cambia todo.
A mí me cambió.
Y gracias a eso, también nació Nowgak.
Y ahora, con ese mismo amor, nace el proyecto: 🐾 Fundación Cookie Patitas Valientes.